lunes, 11 de agosto de 2008

Cinemanía

Aprendí a disfrutar mi soledad. No sé si es un don, algún tipo de evolución darwiniana o simplemente el último recurso, como cuando el central de Atlanta le propicia una fractura expuesta al 9 de Chacarita a metros del área chica.

Tengo tiempo para mí, disfruto al oír un disco, leer un libro e incluso reflexionar sobra cosas que en otro momento hubieran sido postergadas ad infinitum.

Pero claro, no todo puede ser color de rosa (dado que Matel redujo su merchandising de barbie, y hello kitty esta al borde de la extinción, con excepción del mercado emo y gótico), no tengo mejor idea que dedicar ese escaso tiempo a ver Alfie.
Desde esta página, reivindicamos esa película como el mayor golpe emocional que puede ser asestado desde la industria cinematográfica.

Es de consulta obligada para cualquier soltero mayor de veinticinco años, seguro de sí mismo, orgulloso, independiente, y frívolo. No voy a dedicarme acá a relatar la película, por si alguno no la vio, pero esta claro que puede dividirse en tres partes, como cualquier literatura o guion clásico: El manual del perfecto winner (introducción), como cagarla en 4 fáciles pasos (desarrollo) y, finalmente, como darse cuenta que aun para los mas lindos la vida es una mierda (desenlace).
Es una visión frustrada de cualquier futuro posible, aunque quizá para alguien (si lo conocen a ese "alguien" por favor déjenme su dirección de mail) haya servido para enderezar su vida y evitar un final mas trágico que el de Titanic (y hay que ser mas trágico que 3 horas de actuación de Leonardo Di Caprio muriendo de frio con Celine Dion de soundtrack).

Es por eso, que desde acá advertimos: Tengan cuidado en cómo utilizan su tiempo. A veces, es menos riesgoso hacer bungee jumping desde el puente de San Franciso...

By Lilith

sábado, 2 de agosto de 2008

Las presencias invisibles

Todo tequierista que se precie debe aprender a temerle a dos cosas en particular: el tiempo, que como aclaramos, no es tanto un problema debido a que a veces incluso nos parece innecesario, cosas de poca monta, burocracia fijada en almanaques; y a la presencia ineludible de terceros invisibles.

Cuando nos enamoramos de una persona entre gallos y medianoches, cuando develamos nuestra alma al primer beso siempre nos olvidamos que esa persona es muy poco probable que nos corresponda el amor tan de repente. Y si lo hace habría que desconfiar.

Es decir, nosotros, los tequieristas, nos enamoramos de alguien sin restricciones. Nosotros encontramos EL amor y los demás se desdibujan lentamente, reemplazados por nuestra nueva victima. Para nosotros no hay otros aunque los haya.

Porque es obvio que en la soltería en la que muchos nos movemos existe un múltiple plano de relaciones que podemos definir como ocasionales, o como nos gusta decir a nosotros: en vías de desarrollo

Las personas normales, poco o escasamente tequieristas, no consideran prescindibles a aquellos con los que mantienen algún otro tipo de relación similar a la que tienen con nosotros en el momento en que nuestra caótica posesividad amorosa cruce coordenadas con su vida.

Pero nosotros si. Las “olvidamos” y mientras nos dormimos abrazados a nuestro nuevo amor (que seguramente estará fastidiado de tanto cariño repentino y claramente fuera de lugar) pensamos como comunicar la mala noticia a quienes quedan en el camino.

El problema radica en continuar ciegos a la idea de que si nuestro nuevo amor duerme tan tranquilo en nuestros brazos, es porque ya imaginó la formula de su despedida.

By:Tin