sábado, 2 de agosto de 2008

Las presencias invisibles

Todo tequierista que se precie debe aprender a temerle a dos cosas en particular: el tiempo, que como aclaramos, no es tanto un problema debido a que a veces incluso nos parece innecesario, cosas de poca monta, burocracia fijada en almanaques; y a la presencia ineludible de terceros invisibles.

Cuando nos enamoramos de una persona entre gallos y medianoches, cuando develamos nuestra alma al primer beso siempre nos olvidamos que esa persona es muy poco probable que nos corresponda el amor tan de repente. Y si lo hace habría que desconfiar.

Es decir, nosotros, los tequieristas, nos enamoramos de alguien sin restricciones. Nosotros encontramos EL amor y los demás se desdibujan lentamente, reemplazados por nuestra nueva victima. Para nosotros no hay otros aunque los haya.

Porque es obvio que en la soltería en la que muchos nos movemos existe un múltiple plano de relaciones que podemos definir como ocasionales, o como nos gusta decir a nosotros: en vías de desarrollo

Las personas normales, poco o escasamente tequieristas, no consideran prescindibles a aquellos con los que mantienen algún otro tipo de relación similar a la que tienen con nosotros en el momento en que nuestra caótica posesividad amorosa cruce coordenadas con su vida.

Pero nosotros si. Las “olvidamos” y mientras nos dormimos abrazados a nuestro nuevo amor (que seguramente estará fastidiado de tanto cariño repentino y claramente fuera de lugar) pensamos como comunicar la mala noticia a quienes quedan en el camino.

El problema radica en continuar ciegos a la idea de que si nuestro nuevo amor duerme tan tranquilo en nuestros brazos, es porque ya imaginó la formula de su despedida.

By:Tin

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