martes, 10 de agosto de 2010

Quiero escribir y no puedo. Hace meses -o años, cuesta hacer memoria de ciertas cosas en términos temporales- solía poner en palabras todo lo que me sucedia con una claridad, si no bien prosaica, al menos entendible. Melancolía, subidones, felicidad en contadas ocasiones, pero siempre encontraba la manera de expresarme y desahogarme.

Es cierto que siempre son mucho mas fructíferas las desventuras, no tanto porque suelen ser mas atractivas al leer, sino mas bien porque es en esas situaciones cuando la creatividad y la depresion se unen y te llevan a un nuevo nivel.

Hoy simplemente no encuentro las palabras. Son tantas cosas que pasaron, tanto tiempo postergado que se complica. Y más aun cuando sin llegar a ser el memorioso Funes, tengo una memoria a largo plazo bastante explícita y detallada, con lo cual, cuesta hacer un corte en el tiempo para arrancar de ahí.

Se supone que como es un desahogo, y no un ensayo o una tesis, la arbitrariedad en esa ocasión particular es una aliada. Pero como hacer cuando cada cosa se encuentra concatenada a la anterior y asi puedo remontarme hasta los sweet seventeens?

Creo que ya no me queda ni eso. El otro día, despues de una serie de sucesos le confesé a un amigo: "Quiero escribir. Mas que quererlo, lo necesito".

Tarde.

Parece que todo atisbo de literatura me abandonó. No encuentro las palabras, mis metáforas tienen menos sentido que Spinetta, y realmente, no tengo ganas de hacerme el intelectual buscando composiciones enroscadas solo para tener un envión animico que me lleve al siguiente paso.

Y lo peor, es que hoy, mas deprimido que nunca, no puedo dejar esa necesidad confesa a un lado.
Estoy derrotado. Era mi última esperanza negra. Trasladarlo a un relato que aunque sea me hiciera sentir la liviandad de mi ser.

Y no puedo.

No me dejaste ni eso.

lunes, 9 de agosto de 2010

Shoot'em up

El fin de semana rememoré -y por qué no, rescate del abandono- mi espíritu tequierista.
En este sentido, el tequierismo es casi como “el ser” infiel. Uno puede esconderlo, olvidarlo, no corresponderlo. Pero siempre te espera en la esquina que no te imaginás y te pega el cachetazo de tu vida, ese que te deja 6 dedos marcados (si, viene con bonus).
Como se puede apreciar en las fechas de actualización de este blog, hace rato (since M) que había dejado las filas del tequierismo para unirme a las del mechupaunhuevismo. Peeeero…

Pongámonos en contexto. Te levantas sabiendo que tu día va a ser aburrido, que tu último finde antes de retomar la facultad (la misma que hace que todos se rían y murmuren “costurerita” cada vez que decís que te dedicas al diseño de indumentaria) NO va a ser esa explosión festiva con atrofia hepática que debería. Tus planes se reducen a 6 capítulos de californication, 2 de Dark Blue y ½ kilo de helado de dulce de leche granizado y melón –soy un crack mezclando gustos-. Y de pronto, te vas al gimnasio, y entre mancuerna y mancuerna te llega un mail recordándote que tenés una fiesta de cumpleaños en un conocido boliche gay. STOP. El boliche como estructura esta ok, no tengo ningún problema con los boliches de esta orientación, e incluso en una época supe ser asiduo concurrente a la plop (si, antes que se transformara en un circo amerikano). Pero el problema con human es que hay menos mujeres que en Prison Break, y yo soy straight. Pero recordemos que utilicé la palabra “amigo” para referirme al agasajado, asi que cambie 3 capitulos de californication por la salida nocturna en cuestión, sin mucha esperanza a que mi finde tuviera certeras expectativas de cambio.

Realmente podría relatar todo lo que sucedió hasta que llegue a la casa de Chris, pero como el tiempo en radio es tirano y en un blog es un genocida, voy a avanzar en FFWD hasta ese punto.

Cuando llegamos con Tin a la residencia del cumpleañero, lo primero que hice fue panear los alrededores para ver quienes estaban, en busca de conocidos o al menos gente que tuviera fuera buenaonda-tevasacagarderisa-tengomuchoalcohol-hagobuenosdaikiris o al menos portadora de alguna de esas cualidades.

Y de pronto, siento un golpe en la mandíbula. Uno de esos que parece que cabeceaste un 60 en panamericana como si fuera un centro de Riquelme. Adivinaron?

Adivinaron. Era el tequierismo, olvidado, alejado, casi ofendido por mi indiferencia. Y el muy descarado, en vez de dejarme como un paria, desamparado, resolvió mostrarme toda su fuerza y recibirme como su hijo pródigo. Y ahí entendí como dos fabulas te hacen adorar algo y darle el diezmo todos los meses.
Entre todos los presentes, estaba ella. La copia mejorada del original que alguna vez supo ser la mujer que mas ame (y creo que aún hoy, muy a mi pesar, porta ese título). Era la sra K –ver post llamado Beetersweet- pero con levantavidrios, aire y dirección. Dicho esto, está de mas que haga un racconto de todas sus cualidades: No porque sean obvias ni conocidas, sino porque no puedo ser objetivo. Asi que dejo el siguiente renglón para que pongan las cosas mas cursis que se les ocurran:

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Fue en ese momento –al verla, porque ya di tantas vueltas que probablemente ustedes ya ni sepan de que vengo hablando- que entendí todo.
Sonreí, le di un beso al tequierismo y lo mire a Tin, para susurrarle al oído. “Es igual a K. Es divina. Me cagó la noche”.

By Lilith

martes, 16 de marzo de 2010

Potencial

Está ahí, lo miro, me habla, a escasos metros de distancia. Veo sus ojos, sus manos, sus labios. Tiene un arito en la lengua y uno en la ceja, tiene una cara especial. Me tiene a mi, pero yo no a el. El problema: me tiene a mi.

Tenerme sin quererlo es un problema, es disparar mi tequierismo potencial. Fucking big mistake.

El tequierismo cuando explota en la union de dos personas suele ser, como desarrollamos hasta aquí, claramente fatal. Imaginen todo lo que leyeron hasta ahora, pero agreguenle el hecho de aun no haber consumado la unión. Ni un beso, ni un abrazo, ni una mirada.

El tequierismo en este punto es una fuerza corrosiva en el interior de quien lo padece. Es una especie de compulsión a hacer o decir cualquier cosa con tal de que el objeto de nuestro amor se rinda. En la etapa potencial, de la cabeza para adentro, estamos dispuestos a casarnos, a amar toda la vida, a hacer feliz a quien aun no nos ha elegido. De acá al borda solo hay un viaje en ambulancia.

Si mi superyó no estuviera bien constituido, estaría en problemas. Las líneas suelen desdibujarseme y eso es un error. No se puede ir por la vida queriendo decirle a un cliente que me gusta mucho, tanto como para haber decidido ya la raza de perro que quiero tener con el cuando vivamos juntos. Y lo miro y pienso que es perfecto. Y llamo a mi hermano para no abrir de más la boca. Y laburo gratis algunas horas solo para el. Maldito tequierismo. Todos putos.

Esta es mi fase potencial, condicional. Podría pasar, pero no pasa. El problema es que si no pasa y ya estoy asi de idiotizado, cuando pase no habra barrera que detenga la fuerza de mi adoración. Es un hecho, triste, pero real.

By: Tin

jueves, 14 de enero de 2010

Bittersweet

Tengo un fantasma que me persigue. Si, dicho así, suena paranoico, supersticioso y supernatural, pero ustedes saben como es el marketing. Una primera frase así, como que atrapa.
Una vez al año, para poner un tiempo que no necesariamente es ese, pero que difícilmente no lo es, sueño con ella. Vamos a desistir de ponerle nombre, porque no quiero que se entere de esta extraña obsesión, recurrencia y demás. Lo que menos necesito en estos momentos es una orden de restricción judicial.

Por ende, para preservar su identidad (y mi libertad) vamos a llamarla K.
El tema es que dada la combinación de mi tequierismo con un litro de inestabilidad emocional y una pizca de esquizofrenia, últimamente vengo rebotando de relación en relación y llegue a convencerme de soy incapaz de enamorarme.

Y con esto no me refiero a festejar San Valentín, caminar de la mano por la costa, o mirar un atardecer abrazados y besándonos. Hablo de un amor verdadero, de ese que sentís realmente cada momento que están juntos y sufrís los que no. El que revoca todas tus pretensiones de no-soy-celoso y te hace salir a flor de piel el instinto de preservar a la chica que sentís, querés a tu lado el resto de tu vida. Que cuando se va definitivamente, se lleva un pedazo de vos.
Y no, no puedo quedar enamorado, a menudo pienso que soy estéril en ese sentido. Pero cuando comienzo a abrumarme con esto, a deprimirme casi sin remedio, K, cual héroe y villano, ángel y demonio, aparece en mis sueños. Sueños que no me muestran un futuro probable, sino un pasado mejor. Y lo peor, es que lejos de una idealización, son fragmentos que sucedieron apenas tiempo atrás.

Entonces, a la vez que caigo en el pozo de la nostalgia como si fuera un agujero negro sin escapatoria, encuentro la moraleja agridulce que me regala. Una vez amé. Ame con toda mi alma, sin restricciones y sin límites. La extrañe cuando no estuvo y la conforté cuando sí. La celé aún contra todas mis fuerzas y me brinde sin un ápice de egoísmo.

Y caigo en la cuenta de que si alguna vez sucedió, las chances de poder volver a sentir siguen intactas.

Así, la dualidad se apodera de mí. Me regala la esperanza debida, combinada con el dolor de su ausencia, ausencia presente que no puede faltar.

By Lilith