sábado, 16 de mayo de 2009

El dilema de la perspectiva (Todo depende de donde se vea)

Hoy voy a pasar a poner en texto lo que debo desde el 14 de Febrero. Estaba caminando por la calle cuando me cruce con una chica llorando desconsolada, gritando a su celular todo tipo de improperios, a su pareja que, desde su punto de vista, había hecho una crueldad inimaginable: Dejarla el Día de San Valentín.
Mientras descargaba toda su ira contra su Motorola v3, paso por mi mente un pensamiento esclarecedor y que en ese momento, decidí que debía ser publicado en tequieristas alguna vez.
Mientras por razones obvias (dolor, amor, y demás sentimientos afines a los tequieristas) ella no podía ver mas allá de los próximos cinco minutos, me tome el atrevimiento de distanciarme de la situación y proyectar como seria su vida de aquí a los próximos 2 meses, y como hubiera sido si él la cortaba 1 mes después, un corriente 14 de marzo.
El había asestado un corte de relación un tanto atípico, pues cualquier persona en su sano juicio no debería dejar a su pareja en navidades, ni en su cumpleaños, pero mucho menos el día de los enamorados. O al menos, esto es lo que nos dice el saber cultural. Pero detengámonos en el detalle de que si el decidió cortar la relación, tenemos que dar por sentado, a priori, que no está enamorado, y ella si (sino, no estaría llorando desconsoladamente en medio de una calle frente al supermercado. Corte emo no tenia).
Dejando este punto como precedente, el decide realizar una única ruptura, que por el momento elegido, será irreversible y no dará paso a dudas. Porque? Porque ella está transformando, en cada improperio que lanza al aire, en cada lagrima, el amor profundo que tenia por un odio avasallador, que lo desplaza de su corazón. Es decir, el, escuchando atentamente del otro lado, la está ayudando a catapultarlo al olvido en cuestión de semanas. Cosa que con un "no sos vos, soy yo" o cualquier otro tipo de Suavizante Vívere, le hubiera llevado meses.
O sea, la cuota de dolor, es la misma, pero alguna vez, el politólogo más efectivo de todos los tiempos dijo: Si vas a causar felicidad, adminístrala de modo que se prolongue a lo largo del tiempo. Si vas a causar dolor, que sea rápido y certero. Nadie quiere sufrir por tiempo indeterminado.
Fue en ese momento que comprendí que la misteriosa voz del otro lado de la comunidad movistar le estaba haciendo un favor a la chica, obligándola a olvidarlo. Aunque claro, cuando uno es el protagonista, no suele verlo con claridad, y mucho menos, apreciar la buena obra.

By Lilith

lunes, 4 de mayo de 2009

El ojo de Sauron

Tomemos como premisa principal que hay personas buenas y personas malas.

Aceptemos luego que las personas dedican su vida a evitar, en mayor o menor medida, que sus decisiones sean causa de males para el resto de los mortales.

Así podremos acordar que la diferencia entre las personas buenas y las malas, es que las segundas poseen una disposición genética para la dominación física, económica y emocional del otro; con el consecuente placer que esto les proporciona.

Es importante notar que los tequieristas vivimos en un estado de “intifada emocional” permanente, somos Talibanes del sentimiento.
Esto parece catalizar esa maldad a la que hago referencia, los tequieristas potenciamos la maldad de las personas.

O quizás le ofrecemos un medio de cultivo y desarrollo que les viene de maravilla.

Pondré un ejemplo objetivo. Toda mujer conoce, en mayor o menor medida, el alcance de su poder de seducción. Eso es perverso, pero útil.

Una morocha provocadora, enfundada en su minifalda de jean y su top negro, con sandalias de taco, ojos rasgados, boca pulposa, tetas como para voltear bombarderos aire-tierra, y un culo manzanita, entiende con solo mirarse al espejo, el por que de que los hombres a su alrededor actúen de manera torpe, sean mansos animalitos domésticos.

El aura sexual inhibe las reacciones cerebrales de casi todos en general, y descoloca además el sentido común de los tequieristas. Por no decir que lo anula por completo.

Si esta morocha es una mala persona, una vividora o una histérica, el suicidio emocional al que se encaminan los tequieristas que se le acerquen no es ya un suicidio sino una masacre, o al menos una larga tortura. ¿Por qué? Simple y sencillo, nos cuesta resistirnos a la sumisión amorosa.

Entonces, la maldad potencial de la persona morocha en cuestión se incrementará a niveles insoportables en cuanto pose sus ojos, o sus labios en un tequierista y así será siempre.

Este es el único caso en que exime de culpa al tequierista ante el desperfecto en la relación. Una patología anula la otra.

En mi fuero personal estoy convencido que los besos de esa clase de personas son los que más frecuento. Y no es que besen mejor que el resto, es que saben donde besar.
(By Tin)